Semillas comestibles: Fuente de vida y todo lo que necesitas saber
Las semillas son pequeñas joyas nutricionales, óptimas para utilizar en otoño y nutrirnos así con todos los elementos necesarios para afrontar estos meses, que implican un acortamiento de los días y una bajada de temperaturas que ponen a prueba a nuestro metabolismo.
Muchas personas desconocen o infravaloran cómo afectan estos cambios al organismo y que es necesario prepararnos para amortiguar su “impacto”. Por un lado la disminución lumínica durante el día afecta a nuestro estado de ánimo y dificulta la conciliación del sueño durante la noche.
Por otro, el frío produce una bajada de las defensas que facilita que contraigamos diferentes infecciones, y todos sabemos en qué momento tan delicado estamos en este aspecto, con una pandemia mundial que se ha cebado especialmente con nuestro país.
Es por todo ello que un aporte extra de nutrientes resulta muy favorable en esta temporada, y una magnífica fuente para conseguirlos son las semillas comestibles. Las semillas son granos que contienen al embrión que dará lugar a la nueva planta, así como los nutrientes para su desarrollo. Usualmente se encuentran contenidas en frutos o pseudofrutos.
Conociendo esto entenderemos que la planta dote a la semilla de una gran riqueza nutricional, pues de ello depende en parte su capacidad de germinación.
¿Cómo se comen?
Normalmente las semillas se comen directamente, bien sean enteras o molidas, lo que facilitará la asimilación de los nutrientes en las semillas con cascarillas más duras.
Para incorporarlas a nuestra alimentación podemos consumirlas a media mañana o a media tarde, o también añadirlas a ensaladas, sopas, yogures… o incluso incorporarlas en la preparación de panes y galletas.
Cada uno buscaremos la forma que nos resulte más sencilla y sabrosa, solo así conseguiremos que las semillas sean parte de nuestra dieta habitual. incorporarlas a nuestra dieta habitual.
El consumo de semillas en nuestro país es aún poco habitual pero ha ido aumentando poco a poco en los últimos años, a medida que la población ha ido sabiendo de sus propiedades, como su riqueza en ácidos grasos saludables, proteínas y minerales.
De hecho instituciones internacionales de prestigio como la Sociedad Canadiense de Nutrición, las recomiendan por la elevada calidad de sus grasas y su composición proteica. Te dejo a continuación un enlace de esta institución, en el que puedes ver el contenido proteico de distintas semillas.
Debido a que, en su mayoría, son aún grandes desconocidas, os explicamos a continuación la composición y principales propiedades de dos de las que más propiedades pueden aportarnos, debido a que contienen omega 3, un ácido graso muy importante para nuestra salud cardiovascular e inmunitaria.
Tipos de semillas
Chía:
La chía es una semilla que adquirido un gran reconocimiento en los últimos tiempos y desde luego lo ha hecho con razón. Se trata de un pequeño grano oscuro cuya aparente insignificancia no deja traslucir su inmenso valor nutricional.
Comencemos por sus minerales, entre los que destacaremos el magnesio, un mineral habitualmente deficitario con un papel fundamental en el sistema nervioso, óseo y muscular.
De hecho cuando tenemos escasez de magnesio es habitual que nos sintamos más cansados, nerviosos o que padezcamos calambres musculares.
Respecto a sus ácidos grasos, como os decía, posee una más que considerable cantidad de omega 3, otro nutriente que usualmente escasea en nuestra alimentación.
Estos se caracterizan por ser precursores de sustancias antiinflamatorias y reducir el riesgo de patologías cardiacas y metabólicas, como el exceso de triglicéridos.
No olvidemos que las patologías cardiovasculares y metabólicas son hoy en día la principal causa de fallecimiento en los países occidentales.
Por otro lado destaca su elevada cantidad de fibra soluble, muy útil en el estreñimiento y con capacidad prebiótica, esto quiere decir que mejora nuestra microbiota.
Finalmente no podemos olvidar sus antioxidantes, que nos ayudarán a contrarrestar el exceso de radicales libres que se producen a consecuencia de un estilo de vida en el que el estrés y las prisas están al orden del día, y cuyo exceso también se ve favorecido por la polución y las enfermedades.
Estos radicales libres dañan nuestros tejidos, y son en buena parte responsables del envejecimiento
Lino:
La semilla de lino ha gozado de gran popularidad desde hace algunos años entre las personas aficionadas al mundo de la herbodietética, pero no podemos decir lo mismo de la población general.
Al igual que la chía es rica en ácidos grasos omega 3, aún más que la anterior, y también en fibra soluble y prebiótica, esta fibra es muy saciante pero tiene un inconveniente, y es que en algunas personas puede ocasionar gases.
Comparte además con las anteriores su riqueza en magnesio, pero destaca especialmente por el manganeso, un mineral que contribuye al buen funcionamiento de nuestro sistema nervioso, la formación de los huesos y de los cartílagos.
Por tanto en personas con tendencia a la artrosis y la osteoporosis serán de gran utilidad, pero recuerda que esto solo sucederá sin las consumes con frecuencia, no sirve un consumo esporádico para beneficiarte de sus nutrientes.
Respecto a las vitaminas contiene una elevada cantidad de vitamina E, muy antioxidante y con un papel protector a nivel cardiovascular, y de B1, también con un importante papel para el adecuado funcionamiento del sistema cardiovascular, pero muy especialmente del nervioso.
Como ves se trata de dos tipos de semillas con grandes propiedades y que además puedes incorporar de forma muy sencilla, por ejemplo en los yogures o en bebidas vegetales, incrementando con sus fibras su consistencia y dándoles una textura más suave y cremosa.
Si nos sigues te prometo que en los próximos post te contaré más sobre las semillas, y cómo cuidarte con ellas, pues la variedad es amplia, y no quiero que te pierdas ninguna de sus propiedades, te esperamos para la siguiente entrada.
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Máster Universitario en Salud Natural y Nutrición.
Experta en Alimentación Antiinflamatoria y psiconeuroendocrino-inmunología ( relación del sistema nervioso con el endocrino e inmunitario)
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