Sobre la dependencia al alcohol: ¡Dame un motivo para dejar de beber!
“Es que no estoy seguro de querer dejar de beber”. Esta expresión y similares las oímos a menudo en consulta. Parece sorprendente cuando se está fuera de las adicciones, pero es así. En realidad, mucha gente no quiere o no tiene mucho interés en dejar de beber alcohol, y llegan a la terapia empujados por pareja, hijos, padres u otras terceras personas.
¿Por qué no querría alguien dejar el alcoholismo? En esencia, porque no tiene motivos. Es decir, porque no es consciente de todo lo que implica, o le da igual, o su dependencia es tan fuerte que prefiere afrontar todos los inconvenientes.
¿Hace falta revisar las consecuencias de abusar del alcohol? Es bueno hacerlo de vez en cuando. Si es tu caso, si no estás muy convencido de querer dejar la bebida, o de por qué deberías hacerlo, lee los siguientes puntos.
- Mejora tu salud. Es lo más evidente. Todo el mundo sabe que el alcohol perjudica al hígado. Pero también hace bastante daño a los riñones y al corazón; y al páncreas por la alteración continua del mecanismo glucosa-insulina. Afecta al sistema nervioso y provoca potencialmente mucho y muy variado daño orgánico, incluidos algunos tipos de cáncer. Además, si tomas alguna medicación, es posible que interaccione de manera desagradable.
- Mejora tu figura. El alcohol se almacena en forma de grasa. 1 gramo de alcohol aporta 7 calorías, lo que significa que un vaso de vino promedio puede darnos unas 150 calorías. Cuatro vasos de vino serían una ingesta calórica aproximada a comerse una tableta entera de chocolate. Peor aún: no sólo se trata de las calorías que aporta, sino que el alcohol interfiere en el metabolismo de las grasas y los carbohidratos haciendo que la comida nos engorde más.
- Mejora tu economía. Hazte con un bolígrafo y un pequeño bloc de bolsillo. Durante un mes, anota sin hacer trampas lo que pagas por bebidas alcóholicas en el súper y lo que pagas en los bares y otros establecimientos. Al cabo de 30 días haz la suma total. A ver qué pasa. Y cuando veas la cifra, recuerda que esa es la cantidad que has invertido este mes en dañarte la salud y la vida.
- Mejora tus relaciones. A pesar de que tradicionalmente asociemos el alcohol con fiestas, pasarlo bien, amigos y risas, lo cierto es que los alcóholicos no lo tienen fácil para establecer o conservar relaciones humanas. Nadie quiere a un jefe alcóholico, mucho menos a un empleado bebedor. Ni a un padre o una pareja. Son percibidos como personas inestables, de poco fiar, malos gestores del dinero, sin palabra, y problemáticos en general. Por cierto, el alcohol es un pésimo aliado de las relaciones sexuales y del deporte. Jugar un partido o hacer un esfuerzo físico el día siguiente a una noche de copas, aumenta enormemente el riesgo de sufrir una rotura de fibras.
- Mejora tu mente. Todo el mundo parece tener claro que no quiere experimentar el deterioro cognitivo, la pérdida de las facultades mentales. El alcohol sabotea el funcionamiento del cerebro, y lo daña de una manera que puede ser permanente. El bebedor crónico va perdiendo memoria, capacidad de raciocinio, creatividad y otras habilidades del sistema nervioso, como la orientación espacio-temporal, la velocidad de reflejos o la coordinación ojo-mano. Dicho crudamente, beber nos hace tontos.
- Mejora tu energía más esencial. Tener el organismo expuesto a alcohol es tan perjudicial que no sólo reduce tu esperanza de vida y tu estado general, sino que afecta incluso a tu capacidad para engendrar o gestar embriones sanos. El esperma, que se fabrica continuamente, es sensible a las condiciones actuales del cuerpo. Si tu semen se produce en condiciones de mucha toxicidad en el cuerpo, será más probable que tus hijos tengan problemas. Si se está buscando un embarazo, es seriamente necesario dejar de beber e incluso someterse a un proceso de detoxificación.
- Mejora tu autoestima. Tan integrado como está el alcohol en nuestro estilo de vida y celebraciones, está integrado el desprecio por quien bebe en exceso o a modo de adicción. Los bebedores suelen estar, en lo profundo de su psique, hundidos, con sensación de culpa y autocensurándose. Véncete a ti mismo, haz lo que parece difícil, y verás que sales de las brumas fortalecido, animado y renovado, con fuerza para cualquier otro reto.
Lo más interesante es que esto son sólo motivos generales e impersonales. Imagina cómo se refleja en tu vida cada uno de estos puntos. Léelo pensando en tus circunstancias, en las personas y situaciones que son tu realidad. Asimila qué significaría de verdad para ti, para tu caso personalísimo, dejar de beber alcohol. Seguro que tienes todas estas razones… y muchas más.
Piensa también que si bebes, es por algo. Algo estás obteniendo del hecho de beber, algo ganas a cambio de tantas consecuencias negativas. Hay un motivo profundo por el que hacemos lo que hacemos, y los hábitos son difíciles de cambiar si no cambia nuestra esencia. Por eso es importante recibir ayuda y orientación profesional, si quieres que el resultado sea eficaz y duradero.
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